En el post anterior de la serie «Relación entre cliente y estudio» recomendamos algunos libros que exploran cómo es y cómo puede fortalecerse la relación entre estudio y cliente. A lo largo del año iremos leyendo los libros recomendados y semana con semana publicaremos algún aprendizaje. Todo esto, a partir de la semana que entra (al menos a eso le tiramos). Para esta publicación nos gustaría escribir acerca de las deficiencias que, en nuestra experiencia, vemos actualmente.
La relación está fundamentada en un profundo desconocimiento
Ni los clientes saben bien a qué nos dedicamos o para qué somos buenos, ni las personas de la agencia solemos investigar bien qué puesto tiene nuestro cliente, qué objetivos tiene como persona dentro de la empresa, y el lugar del proyecto en cuestión dentro de su gran objetivo personal. La relación se queda, como la de la compra de unos tacos en la esquina, en mera transacción. ¿Por qué no preguntamos más?, ¿Por qué no dedicamos más tiempo al principio a entender en dónde está parado cada quién? Entender qué queremos del proyecto, qué fortalezas tenemos, qué trayectoria profesional.
La relación está fundamentada en desconfianza
Producto de lo superficial de la relación, el desconocimiento se traduce en desconfianza. Tanto cliente como estudio dudan de las capacidades del otro, negando así, la expectativa de que el otro tenga algo que aportar. Los creativos piensan que el cliente no sabe nada de diseño, no tiene ojo, no tiene gusto. El cliente asume que el estudio no considera el impacto comercial, el costo, tiempo, o las limitantes de logística y producción. ¿Por qué se queda cada uno en su trinchera? Creemos que es obligación de ambas partes salir del área de confort y empaparse de conocimientos del otro lado. Todo cliente que compre diseño debería leer revistas de diseño. Todo creativo debería leer acerca de estrategias comerciales y de procesos corporativos.
La relación está llena de micro-dirección
O como dirían los gringos micromanagement. Clientes que dictan diseño. Clientes que contratan a un estudio para decirles qué hacer, en dónde poner elementos y que colores utilizar. Creativos que obedecen. A falta de capacidad de poner un discurso más elevado en la mesa, los creativos acaban acatando ordenes. ¿Por qué no sabemos pedir brief? ¿Cómo podemos convertir la sesión de brief en una sesión de trabajo en donde se explora el objetivo de comunicación, la problemática a resolver y dejamos de tomar comanda?
En resumidas cuentas, creemos que tenemos mucho que aprender ambas partes. Esperamos que esta serie resulte de interés a creativos y clientes. En [BAMF] queremos elevar el discurso de la creatividad y los estándares de trabajo, pero sobre todo, nos encantaría trabajar en colaboración con los clientes y que la relación fuera de crecimiento mutuo. En donde cada parte pone lo suyo para un proyecto exitoso.
Esperamos que esta serie nos llene de ideas, estrategias y herramientas para ser creativos más comerciales, más corporativos, y que los clientes sean, más proactivos, más eslabón de proceso. Menos dictado, menos comanda, más colaboración.