Si alguien ha pasado por alguna panadería “La Esperanza” y tiene algo de idea de cómo funciona el mundo, seguramente algo no le cuadra.
Todo empezó como hace 4 o 5 años, cuando La Esperanza de Moliere sufrió un cambio radical. En vez de una panadería “normalita” y de precios (y “look”) accesibles, había, con el mismo nombre y hasta un elefante en el logotipo, una panadería muy artesanal, aspiracional, boutique (no por el tamaño, pero sí por los interiores y la oferta) y muy “europea”. Sorprendentemente, sus precios no se modificaron (muchas veces nos hemos encontrado con clientes que creen que un diseño que se ve caro va a desalentar a sus consumidores potenciales; así que un punto para nosotros porque no es TAN cierto) y cada que pasamos por ahí, hay mucha gente comprando pan, pasteles, vinos, mermeladas, licores, etc. O sea que al menos parece que no perdieron nada de mercado.
Desde que la vimos nos pareció una movida arriesgada pero atinada y con mucho potencial, y no es la primera vez que discutimos la razón de la que la gente que no tiene buen poder adquisitivo pueda o no ir a lugares bien decorados y diseñados con cariño. Pero esperábamos una modificación similar en todas las tiendas. Esto pasó a medias. Hoy (esperamos que sea un período de transición y que pronto se corrija) todas las pastelerías La Esperanza que hemos visto cuentan con los interiores nuevos (esos artesanales y muy europeos), pero tienen en la fachada un horripilante logotipo de un elefante que hace la E y las letras azules que completan la palabra (speranza). Suponemos que el cliente tuvo miedo de hacer el cambio completo y utilizar el logotipo “premium” que usan en la sucursal de Moliere, pero la verdad, estamos en el limbo en esto. Es más, hasta la página web (http://www.esperanza.mx/) utiliza un diseño muy moderno (le podríamos llamar hipster? O esto ya es “mainstream”?) y limpio, pero mantienen su logotipo infantil y hecho por alguien que no sabe mucho de diseño (o al menos eso parece).
Algunas cosas en la vida no tienen explicación; pero esperamos un día entender cómo se llegó a esta decisión. Nosotros sabemos, con los más de 15 años de experiencia que tenemos en esto del branding/diseño/creatividad, que el logotipo y el diseño de interiores del local deben ser parte integral de la personalidad y promesa de marca; deben ser parte de un mismo concepto. Y aquí esto no cuadra. Entonces, MUY bien a La Esperanza por reinventarse sin miedo con la sucursal de Moliere, pero MUY mal por dejar un logotipo que no cuadra con los interiores en las demás pastelerías.